La criminóloga Nuria Pereira aboga por dotar a los colegios un experto en mediación que intervenga en cuanto aparezcan los primeros indicios y evitar que el problema se agrave, noticia publicada en el Faro de Vigo cuyo contenido os presentamos a continuación.
En todas las clases hay un caso de acoso escolar. Así de rotunda se muestra Nuria Pereira, directora del Instituto Europeo Campus Stellae, centro especializado en la formación en el tratamiento de la violencia, sobre la incidencia del «bullyng», un problema que para esta especialista en Medicina Legal y Criminología por la Universidad de Santiago de Compostela (USC) no es más que el reflejo de la violencia que hay en la sociedad. «En todas las clases hay un niño o una niña que sufre acoso, que es ridiculizado o apartado, aunque no llegue a darse un caso extremo», afirma.
Para acabar con el acoso, la especialista aboga por establecer un protocolo de emergencia en los centros educativos que marque los códigos de conducta. «Los centros no disponen de las herramientas necesarias para tratar el acoso escolar. A los profesores no se les ha formado para detectar y tratar este tipo de problema. Los centros necesitan un departamento donde se fomente el diálogo y el trabajo en equipo, y que marque esas pautas de conducta. Hay que actuar desde el inicio del problema, mucho antes de que se agrave», explica la especialista, que advierte de que en caso de no reeducar al acosador, este perpetuará este papel en la edad adulta. «No en todos los casos es suficiente con una sanción. Si no se actúa, ese acosador escolar será un futuro maltratador y un futuro acosador laboral», sentencia.
Ante la gravedad del problema añade: «Es obligación de los estados articular herramientas para solventar estas situaciones, con la creación de nuevos perfiles profesionales en la escuela, como el del experto en comunicación y mediación».
Pereira asegura que el acoso escolar es un «delito de grupo» y que quienes lo consienten son cómplices. «El acoso es un delito de grupo. Primero está el agresor o agresora; después el ayudante pasivo, que no actúa pero le refuerza con su presencia, y en tercer lugar el grupo de animadores, que con su gesto o verbalmente respalda al agresor. Después está la víctima; sus defensores, que muchas veces lo comentan pero no hacen nada, y el que sí la defiende. Si el acoso se da es porque todo un grupo ha colaborado, de una u otra forma», manifiesta.
Pereira anima a romper el círculo vicioso del acoso y a denunciarlo: «No podemos mirar hacia otro lado». Reconoce, sin embargo, que a veces es el miedo el que frena la denuncia. «Hay que garantizar la privacidad. Y para ello se necesita un protocolo de actuación, y medios como un teléfono y un correo electrónico anónimos». En su opinión, la asociación de padres es vital en la creación de este plan de emergencia contra el acoso escolar, que recuerda, responde a una actitud negativa ante la diferencia, algo sobre lo que también es importante incidir. «Hay que trabajar la diferencia como algo creativo y no como algo que hay que destruir», sostiene.