El final del verano llega para todos y las prisas y la rutina volverán a ocupar los largos días del invierno. Los niños, aunque todavía pequeños e inmaduros, sufren como cualquiera el final de sus días de libertad. La ‘vuelta al cole’ es difícil también para ellos.
Durante estas fechas es normal que nuestros niños y niñas experimenten una amplia amalgama de pensamientos y emociones.
«Para un niño de cuatro años, tres meses, lo que dura el verano, es un porcentaje muy elevado de su vida, cosa que para un adulto no es nada. Conforme los pequeños van creciendo, ese porcentaje es menor, pero no es fácil el cambio de la diversión y el ocio al trabajo», explica el psicólogo educativo Jesús Ramírez.
Los niños pasan de no tener disciplina al deber de cumplir de nuevo unos horarios y unas normas fijas y establecidas. Por ello, el cambio es «costoso». Aunque de forma distinta, «lo mismo nos pasa a los mayores, ¿no?», señala el psicólogo.
Trabajar en identificar qué es importante para ellos, qué actitud quieren asumir durante este próximo curso, qué tipo de compañero, de alumno, de amigo, quieren ser, y cómo les gustaría verse actuando en diferentes situaciones, de un modo que les hiciera sentirse orgullosos al final del día, o sentirse satisfechos al mirar hacia las próximas vacaciones, puede ser una vivencia de gran ayuda para los pequeños, y al mismo tiempo una experiencia rica para conocerse mejor a uno mismo, al otro, y de fortalecer la confianza en las relaciones padres-hijos.
En Graña Saúde entendemos el proceso que supone la vuelta al cole para los niños y para ello, desarrollamos talleres psicopedagógicos donde se trabaja las habilidades sociales (HHSS), la autoestima, los problemas de conducta, las altas capacidades (AACC), y todos los problemas académicos que pueden surgir a lo largo del curso.